El Diluvio Universal
Estaba yo preparando un artículo para ésta, mi humilde página bloguera, en la que el actor secundario iba a ser un amigo mío - emprendedor, el hombre, de los que se ganan la vida con su propio dinero, creando microempresas que dan trabajo y sustento a media docena de familias – y en el que el papel de protagonista se lo tenía reservado – no podía ser de otro modo – al superjuez de la farándula, a ese negligente juez que ostenta la titularidad de uno de los juzgados de instrucción de la Audiencia Nacional , cuando la actualidad ha caído sobre mi teclado como un chorro de agua helada, para darme noticias frescas de tan ilustre personaje. Éste amigo mío fundó una empresita de fabricación de ordenadores que, básicamente, funciona importando componentes de todos los lugares posibles de oriente y alguno que otro de occidente, para montarlos aquí con marca propia. No les fue nada mal durante años, pero se le olvidó que la legislación española, incapaz de exigir al Estado el cumplimiento de su