Cualquiera que permanezca atento a los medios de difusión habituales, habrá podido observar la secuencia de acontecimientos - también habitual en estos casos - durante las últimas semanas e incluso meses: libertad de determinados personajes con cualquier excusa – atender a una madre necesitada inexistente, por ejemplo, o acudir a tratamientos de fecundación -, comunicado de ETA insuficiente; respuesta del Ejecutivo afirmando que la puerta está cerrada; un par de detenciones de poca monta que acrediten “la firme voluntad del gobierno de acabar con ETA por medio policiales”; excarcelaciones, en paralelo, y acercamientos múltiples previos – como los del verano pasado en aquella prisión en que, recordarán, “ ya no hay presos de ETA ”; internacionalización del proceso mediante la firma de manifiestos a través de supuestos " mediadores internacionales ” ; invitaciones a la concordia y a la comprensión, como las declaraciones de Patxi López pidiendo la renuncia a que “ una mitad de la