¡Demócratas!
Ya lo vaticiné en mis primeros artículos: No siempre podré acudir con puntualidad a la cita, porque no siempre dispongo del tiempo y la disposición de ánimo para escribir lo que me viene a la cabeza de una forma cabal y sosegada. Está la cosa muy malita – y peor que se va a poner todavía – y eso hace que los negocios y los asuntos personales acaparen toda la atención. Al fin y al cabo los días duran lo que duran y a las noches ya les robo lo bastante para sobrevivir la mañana siguiente. Hubiera querido escribir en caliente sobre un montón de asuntos. Hubiera querido referirme a la bochornosa Sarkosilla – tal y como la denomina Losantos en un alarde de ingenio compatible con su repugnante liberalismo derechoide – y especialmente a la actuación del memo de la Moncloa en semejante escenario. Hemos tenido que acudir a la cumbre del G-20’01 disfrazados; bajo la bandera europea y en el taburete que nos cedió el francés. ¿Para qué?, para continuar con la ceremonia de la imbecilidad pública