Mujer y Nacionalsindicalismo en el siglo XXI (por Marisa L. Alonso)

Para ver una crónica extensa del encuentro pinchar en el título de esta entrada

Texto introductorio - por parte de Marisa López Alonso, miembro de la Junta Nacional de FE-La Falange - al debate organizado por el CENS, en relación con el papel de la mujer nacional - sindicalista en el siglo XXI.


"Estimados amigos y camaradas:

Lo primero agradeceros a todos vuestra presencia. Me presento ante vosotros con la humildad de una vieja militante que, desde muy joven, intenta, con mayor o menor acierto, ser y sentir en falangista; y digo que lo intento porque, seguramente, aún no he llegado a poder tener el honor de merecer este calificativo y porque sería, por mi parte, un atrevimiento auto presentarme, como tal, ante algunos de vosotros que sin duda tenéis más méritos y más conocimiento de nuestra doctrina que yo.

Además ya sabéis que no faltará el que nos someta a “controles de calidad” y a examen de pureza y autenticidad a todos los aquí presentes. Pero creedme que, al menos, intento ganarme el respeto y el ser merecedora de lo que para mi es un título; es decir, que los que me rodean me consideren algún día una mujer falangista, con todo lo que conlleva, que no es poco……

Cuando recibí la amable invitación del CENS para participar en esta mesa, para hablar del papel de la mujer en el nacionalsindicalismo del Siglo XXI, no dudé en aceptar el reto, si bien siempre he creído que nosotras somos como vosotros; que Dios nos creó para ser compañeros, para andar al mismo compás pero, desgraciadamente, los humanos hemos fallado también en esto y, en la práctica, no ha sido así a lo largo de la historia.

Desgraciadamente aún hoy, lo que debería ser un tema ya superado - el de la igualdad entre hombre y mujer - todavía no lo ha sido aunque, obviamente, se ha adelantado mucho camino. Y claro, los falangistas - que no somos extraterrestres, aunque algunos lo crean - a veces también caemos en actitudes que no son del todo igualitarias.

Aún, a día de hoy, las mujeres tenemos que soportar ciertas desigualdades aunque, para ser sincera, las actitudes que podemos denominar machistas, no parten sólo de los hombres sino de nosotras mismas en algunas ocasiones.

Algunos hombres - por qué no decirlo - creen que las mujeres no pueden acceder a ciertos puestos dentro de las organizaciones azules, que no podemos militar hombres y mujeres juntos; se empeñan en hacer separaciones por sexos y, cuando ven a una mujer al lado de un hombre, ésta ha de ser su secretaria, su mujer, su novia, o... dejémoslos ahí.

Son muchos los que creen que nosotras somos fuente de discordia entre los militantes y no se dan cuenta de que no es una cuestión de sexos; que hay buenos y malos militantes; que los hay inteligentes y torpes; que los hay trabajadores y vagos; que los hay cobardes y valientes; que los hay manipuladores y chismosos, independientemente del género al que pertenezcan.

Supongo que todas las que estamos en esta mesa podríamos contar momentos en los que nos hemos sentido "ninguneadas" por el mero hecho de ser mujeres.

Pero gracias a Dios - como os decía antes - al igual que en el resto de la sociedad, las cosas van cambiando y ojalá algún día podamos decir que esto está superado y que seamos consideradas en nuestras organizaciones en función - única y exclusivamente - de nuestras capacidades, de nuestra entrega y de nuestra militancia.

Creo fírmemente en la igualdad entre hombres y mujeres; y que las diferencias, "que haberlas, haylas", nos hacen ser complementarios.

Grandes mujeres nos han precedido; grandes camaradas falangistas a las que la historia no ha hecho justicia. A los que creen que La Falange ha sido sólo un mundo de hombres habría que recordarles a Pilar Primo de Rivera y todas las componentes de la Sección Femenina, que tanto hicieron por la mujer de aquellos años de la postguerra; a Mercedes Bachiller, y su Auxilio Social, Mª Paz Martínez de Hunchito, cuyo retrato tenemos en esta sala.

Ella fue la creadora de Auxilio Azul; junto a otro grupo de camaradas pregonaban por las calles del Madrid de preguerra la prensa Falangista, visitaban a los camarada presos, vendían sellos para recaudar fondos para ellos. En aquellos peligrosos momentos de clandestinidad fue detenida el 30 de octubre de 1936 y conducida a la Checa de la calle Fomento y, el 31 del mismo mes, fue asesinada por los milicianos junto al cementerio de Vallecas, cuando sólo tenía 19 años. Esta camarada sí era una rosa sin espinas.

Es también de justicia mencionar a Mercedes Formica, que se afilió a la Falange en los primeros tiempos; el propio José Antonio la nombró delegada Nacional del SEU de la Facultad de Derecho y miembro de la Junta Política de La Falange. Fue una de las tres únicas abogadas que había en Madrid en los años 30. Tras la guerra Civil continuó su lucha por la defensa de la mujer, desde sus inquietudes sociales. En aquellos primeros tiempos del franquismo, fue tachada de feminista por defender la incorporación de la mujer en el mundo del trabajo y en las profesiones liberales.

Pero su mayor logro fue su importante papel en la reforma del Código Civil en 1.958, que supuso un cierto avance a favor de la mujer en temas como el hogar compartido, la custodia de los hijos, la participación en la administración de los bienes gananciales - que hasta entonces estaba en manos sólo del marido - y la separación legal, en casos de malos tratos, sin tener que abandonar el domicilio.

Creo, por tanto, que esto desmonta la imagen que se quiere dar de la mujer falangista, sumisa y descanso del guerrero, como algunos dicen y que la defensa de la mujer no es sólo mérito de la izquierda. Mujeres falangistas fuertes y luchadoras, a pesar de la adversidad, y ejemplo, pues, para las generaciones posteriores.

Pero volvamos al hoy y al mañana; los falangistas tenemos mucho que decir en esta sociedad que nos afanamos en transformar; tenemos mucho que decir en temas que afectan a la mujer en la sociedad, pero en realidad no sólo a ella, puesto que hay temas relacionados con la familia, la conciliación de la vida laboral y familiar o el aborto, que afectan a la institución familiar y, por tanto, también el hombre tiene mucho que decir. Hemos de desterrar lo que hoy se viene a llamar la discriminación positiva.

Los falangistas reconocemos el derecho a la Vida desde el mismo momento de la concepción, y hasta el instante de la muerte. La vida del inocente ha de ser protegida.

Nuestra oposición al aborto - en todos los supuestos - incluye la reivindicación inseparable de mejores condiciones sociales y económicas para las madres solteras; de ampliación de los medios públicos destinados al fomento de la familia y de una política ágil de adopciones, puesto que la defensa de este derecho fundamental a la vida de los no nacidos es, además, una necesidad acuciante en una situación en la que cada vez son más escasos los alumbramientos de nuevos españoles.

Propugnanos potenciar la vía de la adopción como alternativa al aborto. Los falangistas estamos luchando por la definitiva erradicación del aborto en España, a través de medidas legislativas eficaces que, por una parte, lo prohíban pero, por otra, ofrezcan a las mujeres distintas alternativas de actuación. Distintas asociaciones de apoyo a las mujeres embarazadas han pedido potenciar en España esta vía.

Esta vía está fundamentada en la puesta en marcha de extensas campañas de información dirigida a la mujer embarazada: a través de estas campañas, se difunden entre este colectivo los datos necesarios para poner en marcha el procedimiento adoptivo del propio hijo, a los efectos de evitar que la mujer aborte. Si una de cada diez mujeres que aborta diera a su hijo en adopción, resolveríamos el problema de la adopción en España, y los padres no tendrían que acudir al extranjero para buscar niños.

Creemos que es necesario incrementar la ayuda social a las familias con hijos. España está por debajo de la media europea en lo tocante a ayudas económicas ofrecidas a las madres que no tienen un trabajo remunerado. Básicamente, y desde una perspectiva falangista, estas ayudas deben estar orientadas a complementar los ingresos corrientes de la economía doméstica, al objeto de paliar los gastos que supone el nacimiento de un niño en el seno de la familia.

Por tanto, nuestra propuesta es clara al respecto: gastar más en esta clase de ayudas familiares; extender la cobertura a las mujeres que no trabajan fuera de casa; y extenderla más allá de la mayoría de edad (exactamente hasta la terminación de los estudios superiores en el caso de realizarse).

Exigimos la igualación de los salarios en igualdad de condiciones. En el sector privado la mujer cobra un 50% menos que los hombres; en el público un 11%. En total, la mujer cobra casi un 40% menos que los hombres en las mismas condiciones de formación y horario. Los falangistas apoyaremos cualquier medida tendente a poner fin a esta vergonzosa situación.

Pedimos la eliminación de datos discriminatorios. Los falangistas nos mostramos conformes con la eliminación de los datos de edad y sexo en los curriculum vitae remitidos a las empresas y su eventual sustitución por números o claves. De esta forma, el proceso de selección para determinado puesto se encuentra al margen de posibilidades de discriminación por razón de edad o de sexo.

Debemos fomentar la conciliación de la vida laboral y familiar. A pesar de la aprobación de la discutida Ley de Igualdad - que concede un permiso de paternidad de quince días, ampliable a cuatro semanas, independiente del de la madre, que es de dieciséis semanas ininterrumpidas- todavía estamos lejos de una situación deseable. Por ejemplo, Alemania concede un permiso remunerado de quince meses, tanto para hombres como para mujeres y permite disfrutar de la baja laboral cobrando un 67% del sueldo. Los falangistas propugnamos una ampliación legislativa de estos márgenes, reformando extensivamente la Ley de Igualdad.

Sin embargo el problema esencial -a la hora de hablar de conciliación- suele no ser ese, sino la práctica incompatibilidad entre los horarios y costes de las guarderías con los salarios y horarios de un puesto de trabajo estándar. En este sentido, los falangistas propugnamos un incremento en el número de guarderías disponible de carácter público, así como una más que evidente necesidad de flexibilización de sus horarios de apertura y cierre. Y cuestionamos la cada vez más extendida costumbre de dejar a nuestros hijos bajo la custodia y educación del servicio doméstico extranjero.

Algunas maneras de lograr compatibilizar la vida familiar y laboral se inscriben en la flexibilización en los horarios de entrada y salida, jornadas laborales comprimidas o la disposición de horas al mes libres para utilizarlas cuando se las necesite.

Se hace imprescindible fomentar la tasa de natalidad; para ello se haría necesario aumentar la cuantía de las ayudas por nacimiento de un hijo (esta ayuda podría, en un momento dado, sufragar gastos extra que permitan conciliar vida laboral y familiar); permiso de paternidad cobrando un porcentaje de sueldo (los padres participan más en la educación de los hijos y pueden alargar su estancia en casa); facilidades en la empresa de reincorparse al puesto de trabajo a través de declaraciones empresariales expresas, contenidas en los Convenios Colectivos; fomentar la creación de guarderías en los puestos de trabajo y facilitar la obtención de excedencias a las madres trabajadoras.

Postulamos un incremento de las ayudas a las familias numerosas. España es el estado Europeo que menos ayuda destina a las familias numerosas (incluso muy por debajo de Grecia o Portugal). En realidad, podemos afirmar que estas ayudas se limitan a pequeños descuentos en transporte, educación e IRPF.

Los falangistas rechazamos el sistema de cuotas obligatorias de mujeres en instituciones ó partidos políticos y listas electorales, por entenderlo insultante y sexista. Los cargos han de ocuparse según la valía de los candidatos al mismo y con independencia del sexo. Los falangistas, por tanto, proponemos la revisión de la Ley Orgánica 3/2.007.

Los falangistas exigimos que la llamada violencia de género - entendiendo que la violencia hacia las mujeres es una lacra que hay que erradicar - es también la que las mujeres ejercen contra los hombres; por ello abogamos por una ley de violencia doméstica que proteja a todos los miembros de la misma unidad familiar, con independencia del sexo de los agresores y del sexo de los agredidos.

Podríamos seguir pero, sin duda, seguirán saliendo otras medidas a lo largo del posterior debate.

Por último sólo decir que sigamos la lucha cada uno desde su trinchera. Tenemos mucho que hacer; España nos lo exige; nuestra doctrina nacionalsindicalista es nuestra arma.

Pongámonos manos a la obra porque, desgraciadamente, de no ser así, ambas se extinguirán si continuamos con batallas internas en lugar de buscar puntos de encuentro.


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