¿Dónde están ustedes? (o pecunia non olet)
Sí, sí, usted, señor Rajoy, incluso doña Rosa Díez: ¿Dónde están ustedes? ¿Dónde, Cándido Méndez?, ¿y el disputado voto del Señor Cayo?, ¿Dónde carajo están el señor Fidalgo y los líderes socialistas decentes, si es que queda alguno que cumpla con las dos premisas: socialista y decente?
¿No se han enterado? ¿No saben lo que los nuevos y nuevas próceres y próceras patrios y patrias, los de la nueva esclavitud, los de las diversas leyes y leyos de igualdad están modificando la legislación vigente a golpe de calcetín? ¿No saben que además nos están tomando el pelo a todos, a ver si, como somos idiotas, no hay nadie que se de cuenta y aguantan el tirón un par de añitos más?
Sí , hombre sí. ¡Que nos están robando, señores, que nos están robando! Claro que a lo mejor es porque creen ustedes que se trata de medidas sociales para compensar el gran atraco, el gran desfalco, la gran ruina nacional de financiar – en opaco, como todo lo que hacen – a la gran banca y – sobre todo – a las nacioanalistísimas Cajas de Ahorro, con el dinero de nuestros tributos, de nuestras pensiones, de nuestras prestaciones sociales, mientras se las quitan al gran tejido industrial nacional que es el autónomo y la PYME españolas, bravas donde las haya.
¡Pues no señores, no se trata de eso! Se trata de recuperar la institución familiar en versión socialista-capitalista, que es la nueva fórmula de la socialdemocracia zapatera y, por extensión, del mundo. ¿Cómo?, muy fácil, perdonándole a los grandes ricos, contados con los dedos de la mano –podríamos hacer la lista con nombre y apellidos acudiendo a la revista Fortune o similares – un 25% por ciento de sus impuestos. ¡25% sí, exactamente la diferencia que va entre el 43% que les corresponde y el 18% en que se lo dejan, a precio de saldo.
Claro que para acogerse a esta medida se tiene que dar la condición inexcusable de poseer al menos el 1’1% del capital de un banco. No sé si con conscientes de lo que eso significa, pero para que se hagan una idea les pondré un ejemplo: Botín tiene alrededor del 3% del Santander. ¿Se enteran ahora? ¡Hay que ser muy, muy, muy rico, para que a uno le excusen de sus obligaciones tributarias, los nuevos señores feudales!. Muy rico y ¡banquero!
Si en un artículo anterior me referí a la nueva esclavitud, ahora lo complementan – es lógico – con la nueva nobleza, la nueva casta, loa nuevos hidalgos sin hidalguía alguna, pero con los mismos beneficios: ¡Oiga usted, que yo soy banquero, que soy nuevo hidalgo, que yo no pago mis impuestos! ¡Hasta ahí podríamos llegar! La diferencia es que los verdaderos hidalgos, los nobles, los señores feudales, tenían una razón para hacerlo: tenían encomendada la subsistencia, la seguridad, la protección y la vida de sus súbditos, y en ello debían dejarse la propia y la de sus vástagos, llegado el caso, amén de acudir siempre a la llamada del rey, en defensa de la patria – en el supuesto de que la mayoría de los reyes defendieran alguna patria y no sus coronas respectivas – con armas y bagajes a coste propio.
Estos en cambio, mientras se ciscan en todos los valores básicos, mientras destruyen todos los pilares de la sociedad occidental, de la familia cristiana, mientras profundizan en la mayor crisis de todos los tiempos, que no es la financiera sino de valores éticos, descubren un nuevo modo de hacer familia en torno al “pater familias”. Y es que no es que alcance a los banqueros más ricos del panorama nacional, mientras, por ejemplo, el crudo se desploma pero la gasolina sólo baja ligeramente porque su precio está construido con un 80% de impuestos; no, esta social medida feudal, alcanza a las familias en tres grados de los banqueros mencionados, vaya a ser que alguno de los nenes o nenas a los que les hayan puesto su pisito en Cayman se queden sin el reparto de beneficios fiscales. ¡Para que luego digan que no creen en la institución familiar, estos sociatas!
Tres medidas opacas como estas llevan en pocos días. Tres y se dice pronto. Han modificado a lo bestia, en apenas unas horas, la legislación que obliga a declarar en tres meses las pérdidas patrimoniales de las empresas, concediendo dos años para hacer este apunte. ¿Por qué? Porque hay tres citas electorales programadas el año que viene y hay que distanciar el fantasma de la quiebra masiva. ¿Soluciona el problema? ¡No!. Es un nuevo truco de magia, una nueva estructura piramidal, a lo Madoff, pero desde el Estado, permitiendo así que las inmobiliarias, fundamentalmente las tocadísimas inmobiliarias, no tengan que presentar concursos de acreedores, despidos, ERE'S y quiebras a mansalva. ¿Con qué esperanza? Con la misma que las hipotecas “subprime” o que las estructuras piramidales; con la esperanza de que en esos dos años – ya próximos a un nuevo proceso electoral general - el valor depreciado hoy de las viviendas e inmuebles, vuelva a valer lo que antaño. Y si no es así... bueno, mala suerte: el crack será de dimensiones épicas pero ya no tendrán que preocuparse de nada porque no volverán a gobernar y el “marrón” será de otro, tan golfo como ellos, pero de su oposición.
Y la tercera joya: se ha sabido de otro cambio legislativo en ciernes, del que se conoce el “espíritu”, pero no los detalles y que, en resumen, es esto: al resto de los ricos, los que no tienen bancos, los que tienen la pasta en los paraísos fiscales, como algunas ilustres ministros del actual gabinete, les han dicho que no se preocupen, que la traigan que nadie les va a preguntar nada. Que “pelillos a la mar”, pero que la traigan, porque esto tendrá que financiarlo alguien aunque apeste. De esta manera, ya no hará falta recurrir a los cárteles para el blanqueo de dinero; ya no tendrán los grandes delincuentes nacionales e internacionales que preocuparse del coste que tiene convertir euros o dólares sucios, obtenidos del trato de blancas, de la corrupción y el tráfico de menores, de la pornografía infantil, del tráfico de drogas o de armas, en dinero sano.
¿Apestar? “pecunia non olet”. Vespasiano "dixit". Y Zapatero “pixit”. Aunque para ello tenga que imponer la “vectigal urinae”, es decir el impuesto sobre letrinas, que es en lo que ha convertido este suelo nuestro antes llamado España. Quizá por eso necesita remodelar los retretes de la Moncloa con 200.000 euritos de nada.
¿Dónde estén ustedes, señores, políticos, pequeños empresarios varios, agentes sociales, opositores...?¿Dónde están ustedes y dónde sus denuncias y sus actuaciones de rebeldía?
¿Dónde están ustedes?
¿No se han enterado? ¿No saben lo que los nuevos y nuevas próceres y próceras patrios y patrias, los de la nueva esclavitud, los de las diversas leyes y leyos de igualdad están modificando la legislación vigente a golpe de calcetín? ¿No saben que además nos están tomando el pelo a todos, a ver si, como somos idiotas, no hay nadie que se de cuenta y aguantan el tirón un par de añitos más?
Sí , hombre sí. ¡Que nos están robando, señores, que nos están robando! Claro que a lo mejor es porque creen ustedes que se trata de medidas sociales para compensar el gran atraco, el gran desfalco, la gran ruina nacional de financiar – en opaco, como todo lo que hacen – a la gran banca y – sobre todo – a las nacioanalistísimas Cajas de Ahorro, con el dinero de nuestros tributos, de nuestras pensiones, de nuestras prestaciones sociales, mientras se las quitan al gran tejido industrial nacional que es el autónomo y la PYME españolas, bravas donde las haya.
¡Pues no señores, no se trata de eso! Se trata de recuperar la institución familiar en versión socialista-capitalista, que es la nueva fórmula de la socialdemocracia zapatera y, por extensión, del mundo. ¿Cómo?, muy fácil, perdonándole a los grandes ricos, contados con los dedos de la mano –podríamos hacer la lista con nombre y apellidos acudiendo a la revista Fortune o similares – un 25% por ciento de sus impuestos. ¡25% sí, exactamente la diferencia que va entre el 43% que les corresponde y el 18% en que se lo dejan, a precio de saldo.
Claro que para acogerse a esta medida se tiene que dar la condición inexcusable de poseer al menos el 1’1% del capital de un banco. No sé si con conscientes de lo que eso significa, pero para que se hagan una idea les pondré un ejemplo: Botín tiene alrededor del 3% del Santander. ¿Se enteran ahora? ¡Hay que ser muy, muy, muy rico, para que a uno le excusen de sus obligaciones tributarias, los nuevos señores feudales!. Muy rico y ¡banquero!
Si en un artículo anterior me referí a la nueva esclavitud, ahora lo complementan – es lógico – con la nueva nobleza, la nueva casta, loa nuevos hidalgos sin hidalguía alguna, pero con los mismos beneficios: ¡Oiga usted, que yo soy banquero, que soy nuevo hidalgo, que yo no pago mis impuestos! ¡Hasta ahí podríamos llegar! La diferencia es que los verdaderos hidalgos, los nobles, los señores feudales, tenían una razón para hacerlo: tenían encomendada la subsistencia, la seguridad, la protección y la vida de sus súbditos, y en ello debían dejarse la propia y la de sus vástagos, llegado el caso, amén de acudir siempre a la llamada del rey, en defensa de la patria – en el supuesto de que la mayoría de los reyes defendieran alguna patria y no sus coronas respectivas – con armas y bagajes a coste propio.
Estos en cambio, mientras se ciscan en todos los valores básicos, mientras destruyen todos los pilares de la sociedad occidental, de la familia cristiana, mientras profundizan en la mayor crisis de todos los tiempos, que no es la financiera sino de valores éticos, descubren un nuevo modo de hacer familia en torno al “pater familias”. Y es que no es que alcance a los banqueros más ricos del panorama nacional, mientras, por ejemplo, el crudo se desploma pero la gasolina sólo baja ligeramente porque su precio está construido con un 80% de impuestos; no, esta social medida feudal, alcanza a las familias en tres grados de los banqueros mencionados, vaya a ser que alguno de los nenes o nenas a los que les hayan puesto su pisito en Cayman se queden sin el reparto de beneficios fiscales. ¡Para que luego digan que no creen en la institución familiar, estos sociatas!
Tres medidas opacas como estas llevan en pocos días. Tres y se dice pronto. Han modificado a lo bestia, en apenas unas horas, la legislación que obliga a declarar en tres meses las pérdidas patrimoniales de las empresas, concediendo dos años para hacer este apunte. ¿Por qué? Porque hay tres citas electorales programadas el año que viene y hay que distanciar el fantasma de la quiebra masiva. ¿Soluciona el problema? ¡No!. Es un nuevo truco de magia, una nueva estructura piramidal, a lo Madoff, pero desde el Estado, permitiendo así que las inmobiliarias, fundamentalmente las tocadísimas inmobiliarias, no tengan que presentar concursos de acreedores, despidos, ERE'S y quiebras a mansalva. ¿Con qué esperanza? Con la misma que las hipotecas “subprime” o que las estructuras piramidales; con la esperanza de que en esos dos años – ya próximos a un nuevo proceso electoral general - el valor depreciado hoy de las viviendas e inmuebles, vuelva a valer lo que antaño. Y si no es así... bueno, mala suerte: el crack será de dimensiones épicas pero ya no tendrán que preocuparse de nada porque no volverán a gobernar y el “marrón” será de otro, tan golfo como ellos, pero de su oposición.
Y la tercera joya: se ha sabido de otro cambio legislativo en ciernes, del que se conoce el “espíritu”, pero no los detalles y que, en resumen, es esto: al resto de los ricos, los que no tienen bancos, los que tienen la pasta en los paraísos fiscales, como algunas ilustres ministros del actual gabinete, les han dicho que no se preocupen, que la traigan que nadie les va a preguntar nada. Que “pelillos a la mar”, pero que la traigan, porque esto tendrá que financiarlo alguien aunque apeste. De esta manera, ya no hará falta recurrir a los cárteles para el blanqueo de dinero; ya no tendrán los grandes delincuentes nacionales e internacionales que preocuparse del coste que tiene convertir euros o dólares sucios, obtenidos del trato de blancas, de la corrupción y el tráfico de menores, de la pornografía infantil, del tráfico de drogas o de armas, en dinero sano.
¿Apestar? “pecunia non olet”. Vespasiano "dixit". Y Zapatero “pixit”. Aunque para ello tenga que imponer la “vectigal urinae”, es decir el impuesto sobre letrinas, que es en lo que ha convertido este suelo nuestro antes llamado España. Quizá por eso necesita remodelar los retretes de la Moncloa con 200.000 euritos de nada.
¿Dónde estén ustedes, señores, políticos, pequeños empresarios varios, agentes sociales, opositores...?¿Dónde están ustedes y dónde sus denuncias y sus actuaciones de rebeldía?
¿Dónde están ustedes?
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