Nada que añadir
Publicado en el Núm. 196 (ÉPOCA II) de "La Gaceta Escurialense". Por Ignacio Toledano
"Que alguien -en el cada vez más turbio escenario político español- pueda decir que no hay vida más allá del honor es -cuanto menos- un acontecimiento notable. Como muchos de vosotros ya sabréis, esta ha sido una de las frases pronunciadas por Montserrat Nebrera en la rueda de prensa ofrecida para anunciar su salida del Partido Popular. Estos pronunciamientos públicos contundentes no sólo dicen mucho de las personas que se atreven a formularlos, sino que tienden a poder ser considerados como un estandarte... como una bandera izada en señal y prueba de los principios que se pretenden defender. Y es que Montserrat Nebrera ha demostrado ser -ante todo- una mujer de principios. Por eso principalmente es por lo que se ha marchado del PP.
Hablábamos el otro día de ella -un grupo de amigos- en una de esas comidas agradables que te hacen creer que -pese a todo- España sigue siendo un lugar de buenas y arraigadas costumbres. No todo está perdido siempre que sigamos pudiendo comer con los amigos y hablar -de forma distendida y reposada- de los acontecimientos políticos más recientes. Hablábamos de Montserrat Nebrera con afecto y admiración. Y nos gustaba su independencia dentro del aburridísimo color gris del Partido Popular. Admirábanos su modo peculiar de expresarse y de entender la vida política activa. Curiosamente, coincidíamos en el hecho indiscutible de no resultar su perfil político demasiado acorde con el requerido en la Calle Génova.
Montserrat Nebrera había saltado a la actualidad pública durante el Congreso del Partido Popular de Cataluña, representando una alternativa viable y fuertemente asentada entre la militancia. Una alternativa -se entiende- frente al oficialismo versión Génova representado por la aburridísima Alicia Sánchez-Camacho. Algún día alguien hará una historia -pequeña o grande, pero historia en definitiva- del daño que están haciendo a España los diversos y múltiples oficialismos que pueblan nuestra vieja piel de toro. Montserrat Nebrera representaba entonces -como hoy- la corriente interna imaginativa y moderna opuesta a los monolíticos y antipáticos modos de gobierno del partido, esgrimidos por Rajoy y por nuestra incomparable Soraya. Aquella victoria de Alicia Sánchez-Camacho -respaldada con un prietas las filas desde la misma cúpula derechista- tenía un cierto regusto amargo... al final, la línea dura de Génova se había hecho con el control del partido en Cataluña pero, pese a ello, aquel no dejaba de ser el Congreso de Montserrat Nebrera. Había triunfado moralmente.
Ha pasado un año en la oposición interna. Haciéndonos disfrutar con sus brillantísimos artículos, y haciendo gala de una espléndida batería de ideas sobre la profundización democrática que exige -en estos momentos de absoluto desplome del sistema- la vida política española. Desde fuera, veíamos que estas posiciones sinceramente originales y rabiosamente independientes casaban muy mal con la dura realidad del Partido Popular... con esa estructura pesada y burocrática que, al día de hoy, se encuentra saltando en pedazos víctima de sus propias contradicciones.
El Partido Popular es el partido de las mil contradicciones, y sus votantes se encuentran afectados -en mayor o menor medida- por una dolencia esquizofrénica de muy difícil curación. Unos ejemplos. El votante popular dice pretender una moralización de la vida pública, pero se debe desayunar con la trama Gürtel y con los trajes de Camps. El votante popular dice defender públicamente posiciones morales católicas, pero desde las Comunidades Autónomas donde gobierna el PP se financian calendarios gays furiosamente anticatólicos. Los votantes populares se manifiestan contra el aborto, pero sus responsables ni abolieron -cuando gobernaron- ni abolirán -cuando gobiernen- la legislación permisiva del mismo... uno apenas puede entender como una gran masa de españoles sigue votando cuando toca a un conjunto de personas -a un aparato- que trabaja activamente en la consecución de líneas políticas en las que sus propios votantes no creen. Allá cada uno y la utilidad de su voto. Yo duermo muy tranquilo por las noches votando a la opción que defiende plenamente mi concepción del mundo y de la vida, y no tengo que tragarme ningún sapo cada cuatro años.
Los falangistas creemos que, por encima de las férreas estructuras partidarias, se encuentran las personas. Nosotros creemos que este sistema político -tal y como esta organizado y desde su misma base- genera corrupción y prácticas viciadas de gobierno. Nosotros creemos que el desmontaje de todo este entramado político-económico es la primera fase -indispensable- de nuestra empresa de liberación nacional. Porque es imposible la transformación social que España necesita si no nos atrevemos -como primera medida esencial- a prescindir de estas fuentes de financiación poco claras y de estos gürtels diversos... de estas estructuras corruptas que están lastrando el desarrollo pleno de nuestras libertades ciudadanas.
Montserrat Nebrera se ha ido del Partido Popular por una sencilla razón. La razón que consiste en saber que el ambiente de una estructura partidaria es irrespirable para todo aquel que, luchando por una moralización efectiva de la vida pública, mantenga un proyecto independiente y renovador. De antología la carta abierta que le envía a Mariano Rajoy al despedirse. Dice que -nada más y nada menos- me voy con la tristeza de saber que me equivoqué al pensar que era posible la reforma del sistema desde un partido político, por más que comparta gran parte de sus ideas primigenias; ahora comprendo que son demasiados los intereses que gravitan sobre las estructuras para impedirlo. Ignoro si ésos son también tus intereses; en todo caso, no son los míos. Y para colmo, ha devuelto su escaño en el Parlamento de Cataluña al marcharse. Gestos nobles en medio de tanta miseria moral."
Hablábamos el otro día de ella -un grupo de amigos- en una de esas comidas agradables que te hacen creer que -pese a todo- España sigue siendo un lugar de buenas y arraigadas costumbres. No todo está perdido siempre que sigamos pudiendo comer con los amigos y hablar -de forma distendida y reposada- de los acontecimientos políticos más recientes. Hablábamos de Montserrat Nebrera con afecto y admiración. Y nos gustaba su independencia dentro del aburridísimo color gris del Partido Popular. Admirábanos su modo peculiar de expresarse y de entender la vida política activa. Curiosamente, coincidíamos en el hecho indiscutible de no resultar su perfil político demasiado acorde con el requerido en la Calle Génova.
Montserrat Nebrera había saltado a la actualidad pública durante el Congreso del Partido Popular de Cataluña, representando una alternativa viable y fuertemente asentada entre la militancia. Una alternativa -se entiende- frente al oficialismo versión Génova representado por la aburridísima Alicia Sánchez-Camacho. Algún día alguien hará una historia -pequeña o grande, pero historia en definitiva- del daño que están haciendo a España los diversos y múltiples oficialismos que pueblan nuestra vieja piel de toro. Montserrat Nebrera representaba entonces -como hoy- la corriente interna imaginativa y moderna opuesta a los monolíticos y antipáticos modos de gobierno del partido, esgrimidos por Rajoy y por nuestra incomparable Soraya. Aquella victoria de Alicia Sánchez-Camacho -respaldada con un prietas las filas desde la misma cúpula derechista- tenía un cierto regusto amargo... al final, la línea dura de Génova se había hecho con el control del partido en Cataluña pero, pese a ello, aquel no dejaba de ser el Congreso de Montserrat Nebrera. Había triunfado moralmente.
Ha pasado un año en la oposición interna. Haciéndonos disfrutar con sus brillantísimos artículos, y haciendo gala de una espléndida batería de ideas sobre la profundización democrática que exige -en estos momentos de absoluto desplome del sistema- la vida política española. Desde fuera, veíamos que estas posiciones sinceramente originales y rabiosamente independientes casaban muy mal con la dura realidad del Partido Popular... con esa estructura pesada y burocrática que, al día de hoy, se encuentra saltando en pedazos víctima de sus propias contradicciones.
El Partido Popular es el partido de las mil contradicciones, y sus votantes se encuentran afectados -en mayor o menor medida- por una dolencia esquizofrénica de muy difícil curación. Unos ejemplos. El votante popular dice pretender una moralización de la vida pública, pero se debe desayunar con la trama Gürtel y con los trajes de Camps. El votante popular dice defender públicamente posiciones morales católicas, pero desde las Comunidades Autónomas donde gobierna el PP se financian calendarios gays furiosamente anticatólicos. Los votantes populares se manifiestan contra el aborto, pero sus responsables ni abolieron -cuando gobernaron- ni abolirán -cuando gobiernen- la legislación permisiva del mismo... uno apenas puede entender como una gran masa de españoles sigue votando cuando toca a un conjunto de personas -a un aparato- que trabaja activamente en la consecución de líneas políticas en las que sus propios votantes no creen. Allá cada uno y la utilidad de su voto. Yo duermo muy tranquilo por las noches votando a la opción que defiende plenamente mi concepción del mundo y de la vida, y no tengo que tragarme ningún sapo cada cuatro años.
Los falangistas creemos que, por encima de las férreas estructuras partidarias, se encuentran las personas. Nosotros creemos que este sistema político -tal y como esta organizado y desde su misma base- genera corrupción y prácticas viciadas de gobierno. Nosotros creemos que el desmontaje de todo este entramado político-económico es la primera fase -indispensable- de nuestra empresa de liberación nacional. Porque es imposible la transformación social que España necesita si no nos atrevemos -como primera medida esencial- a prescindir de estas fuentes de financiación poco claras y de estos gürtels diversos... de estas estructuras corruptas que están lastrando el desarrollo pleno de nuestras libertades ciudadanas.
Montserrat Nebrera se ha ido del Partido Popular por una sencilla razón. La razón que consiste en saber que el ambiente de una estructura partidaria es irrespirable para todo aquel que, luchando por una moralización efectiva de la vida pública, mantenga un proyecto independiente y renovador. De antología la carta abierta que le envía a Mariano Rajoy al despedirse. Dice que -nada más y nada menos- me voy con la tristeza de saber que me equivoqué al pensar que era posible la reforma del sistema desde un partido político, por más que comparta gran parte de sus ideas primigenias; ahora comprendo que son demasiados los intereses que gravitan sobre las estructuras para impedirlo. Ignoro si ésos son también tus intereses; en todo caso, no son los míos. Y para colmo, ha devuelto su escaño en el Parlamento de Cataluña al marcharse. Gestos nobles en medio de tanta miseria moral."
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