Somos Libro 8/1/2019: Pasado, presente y futuro. Una historia de lealtad y valor, en fotos, que no puede ser olvidada
Libro: Historia Gráfica de la Falange (1931-1937); Autor: José Luis Jerez Riesco; Editorial: Actas
Hoy nos hacemos una reflexión que a
muchos de nosotros persigue constantemente. ¿Se puede aprender del pasado? ¿se
puede repetir el pasado? ¿se debe vivir en el pasado? ¿se debe olvidar el
pasado?
Portada preliminar del libro. José Antonio Primo de Rivera pasa revista en Valladolid |
¿Se debe construir el presente - y el
futuro mismo - despreciando el pasado? Por el contrario, ¿se debe hipotecar el
presente y el futuro por los ecos y maneras del pasado?
¿Cómo se conjuga todo eso? ¿Cómo se atrae
hoy a cualquier causa a los más jóvenes, a quienes tienen la necesidad y la
obligación de construir el futuro con las herramientas que les damos y con las
que cogen ellos y de las que aprenden solos?
¿Estimulan hoy y movilizan a las nuevas
generaciones las mismas cosas que las que movilizaron a nuestros abuelos? Y si
es que sí, ¿lo hacen con las mismas inquietudes, propuestas o soluciones? ¿con
el mismo paradigma?
¿Vivimos, de hecho, situaciones
comparables en educación, empleo juvenil, acceso y desarrollo de oportunidades?
¿Se vive la misma fe?
La lucha entre conservar la esencia, los
valores, la fe en los principios, el respeto a nuestros mayores, y el compromiso
con el futuro, se encuentra con frecuentes barreras y formas de entenderlo.
Hay quienes hacen la liturgia inseparable
de la fe y hay quienes convierten la liturgia en la propia Fe. Y aún más: Hay quienes sustituyen liturgia y
fe, por una suerte de esperpento, de
disfraz, de carnaval en que lo importante ya no es ni el contenido, ni lo que
el continente - los símbolos y ropajes -
significan, sino el propio carnaval.
Lo acabamos de vivir en estas fiestas
navideñas. Nadie renuncia a ellas. Todos las aprovechan para descansar y en la
mayoría de los hogares se ha "colado" el gordo de la Coca Cola, tornando su verde
disfraz del nórdico San Nicolás, por el de una marca comercial de incitación al consumo
desenfrenado.
Incluso sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, han cambiado,
generación tras generación, la tradición familiar, la convivencia, la fiesta
religiosa, en un festivo donde intercambiar regalos, las más de las veces sin
más objetivo que el puro compromiso con los demás.
Vemos cómo Halloween desplaza a Todos los
Santos. Cómo Papá Noël al Niño Dios y cómo la sardina entierra a sí misma y a
la Pasión de Cristo en un solo acto.
Porque sólo nos han quedado los ropajes.
La fiesta, la parafernalia.
Cuando algunos explicamos el orden de las
cosas, en nuestra modesta opinión, y decimos que lo verdaderamente importante
se encuentra en el contenido, en la defensa de principios y valores inmutables,
transferibles y complementables con otros que surgen con el correr de los
tiempos, nos acusan de … nos acusan de todo.
Cuando algunos nos referimos, por ejemplo, a la juventud, a esa fuente inagotable de energía a la que Onésimo y Ramiro
apelaban en sus manifiestos, al modo de hacerla receptora de todo ese conjunto
de valores que harán de ellos hombres y mujeres recios y de principios sólidos;
Cuando explicamos que ya no ven la televisión y que se alimentan de contenidos
que ellos mismos buscan por enormes cantidades de fuentes alternativas de
información más cómodas, más rápidas, más eficaces, más adaptadas a sus propias
necesidades, y disponibles siempre y en todo lugar a través de un simple
dispositivo móvil, nos esputan una especie de cobardía, de renuncia, o cuanto
menos de comisión de errores y hasta nos hacen responsables del lugar político
y social que ocupan hoy en día, determinadas fuerzas políticas, porque
afirmamos que la liturgia no hace los principios sino que contribuye a
sostenerlos.
Hay quienes creen que la sotana de un
sacerdote está para que todos sepan que es sacerdote y puedan huir o acercarse
a él según las preferencias de cada cual. Algunos dicen que llevarla hubiera
evitado, en gran medida, los miserables casos que todos hemos conocido en los
últimos años.
Nada más lejos de la verdad. Todo lo contrario. Fue en muchos
casos la sotana la que investía de autoridad suficiente a los criminales para
perpetrar sus crímenes con impunidad, y de paso, para que los demás pudieran
generalizar sus pecados en lo que la sotana representaba en general.
La sotana, como toda uniformidad y
simbología, está para dos cosas: para recordar a uno mismo quién eres y cuáles
son tus límites y para mostrarte como miembro perteneciente a un grupo. Para
sentirte parte de él.
El autor, José Luis Jerez Riesco, firmando ejemplares de otra de sus 53 obras publicadas, en la Hermandad de la Vieja Guardia |
Como tal esos símbolos, esas
uniformidades, deben ser respetados por lo que significan y por lo que
significaron en nuestro acervo y devenir. Deben ser investidas de todo respeto
y ser utilizadas como la casulla de un sacerdote: en la ceremonia, en el
momento de la celebración y de máxima liturgia.
Después, los buenos sacerdotes se
invisten de autoridad moral, se cuelgan su cruz al cuello, salen a la calle con
o sin sotana, que tanto da – no con la casulla - y llevan la Palabra y ejecutan
la Obra. Con pleno dominio del mensaje, sin una sola concesión a la pérdida o
mutación de los principios, pero con un lenguaje inteligible hoy, por todos y
cada uno de sus interlocutores, de su rebaño.
Y al caer la tarde, para no olvidarlo
nunca, vuelven a sus cuarteles diarios, con la sensación de haber cumplido y la
amarga pregunta de si ese día habrían podido hacer más. Y se enfrascan en sus
lecturas de Esperanza. Las de siempre, las originales, las que les llenan de
Palabra.
Cuando repaso los acontecimientos
políticos de estos días y semanas, y veo la cantidad de movimientos magmáticos
que producen formaciones como Vox, las felicitaciones que se hacen unos a
otros, aunque jamás hayan participado ni contribuido a su éxito, y veo y oigo
ingentes cantidades de lecciones morales, no puedo menos que sonreír, aunque
sea con una mueca desagradable.
Porque quienes abogaban y abogaban por la
confusión de mensaje, principios y liturgia – cuando no directamente del esperpento – son los que se refugian en el éxito señalando el error de los
otros.
Y no se dan cuenta de que ese éxito se ha
alcanzado precisamente porque han entendido la forma de conectar con la gente.
Una forma que, por cierto, es robada. De principio a fin.
Quienes tenemos un pasado y un presente
políticos definido y sin complejos y hemos pasado gran parte de nuestra vida
alentando un discurso concreto, con unos principios identificables y
sin renuncias y proponiendo el adecuado, inteligente y respetuoso uso de
nuestra liturgia y de nuestra historia, allá donde es absolutamente necesaria,
descubrimos cómo estos nuevos paladines han arrastrado no solo a sus viejos
militantes del PP o del franquismo sociológico huérfano, sino a todos esos
críticos que alentaban el indiscriminado, torpe, irrespetuoso y
contraproducente uso exacerbado de la liturgia, cuando no de la parafernalia, como imprescindibles.
Y hasta lo explican con los mismos
argumentos pero sin atender a que el hecho es justamente el contrario: Estos
nuevos movimientos han copiado hasta tal extremo argumentos y campañas, que no
se han molestado en modificar ni la literalidad de algunas de ellas: Camino a
la derecha (FN), Reconquista de España (AUN), españolidad de Gibraltar, España
lo único Importante….
Justo en eso radica su éxito: en haber
canalizado inquietudes latentes, importantes para el sencillo y tranquilo
pueblo español, envolviéndolo en la ausencia de símbolos identificativos
particulares (más allá de los creados para la ocasión) o aún más, en la
existencia de símbolos válidos para la mayoría de los mortales.
España, lejos de aquella frase de Ramiro,
en referencia a la Monarquía y a la República subsiguiente: “Lucharemos contra ambas en cualquier caso”, debe ser el único país capaz de haber convertido su
bandera en una bandera de partido. Todos sabemos lo que hay bajo una tricolor,
como todos sabemos lo que hay bajo un Águila de San Juan.
Lo que Vox y otros han entendido, es que
no es fácil saber qué hay debajo de un escudo Borbón. Han aprendido que cuando
alguien se suena los mocos con esa bandera, se los suenan con España, y ante
eso los españoles no distinguen de colores. ¿Hubieran sido iguales las
reacciones con un Águila? Más aún ¿con una tricolor? Ustedes saben la
respuesta. Es más, con la última ni siquiera se hubieran atrevido.
Entonces ¿por qué algunos no nos dejamos
llevar por esa marea verde, llamémoslo así, que en tanto eslogan coincide con
algunos de los nuestros?
Nuestros invitados, Norberto Pico y Manuel Andrino, protagonistas de la Unidad Falangista, en los estudios de Radio Ya |
Porque el truco estaba en no renunciar a
los principios. ¡A los principios! Pero eso exige conocer cuales son.
¿Dónde se mirarán todas esas nuevas
hornadas para saber sobre qué pasos afianzar el camino? ¿Qué principios van a
manejar sus líderes, una vez acaben de manosear los eslóganes que nos hurtaron?
¿Qué fundamentos tienen sus declaraciones programáticas más allá de la
repetición machacona de mensajes de alto impacto y corto recorrido? ¿dónde se
encuentra su pasado y su doctrina?
Ese es el papel de la memoria. El de la
memoria de verdad. Lo sabemos nosotros y lo saben quienes pretenden borrarla o
deformarla sin límite. Quienes pretenden reescribir el pasado a su antojo para
borrar su rastro criminal y sus intereses espurios. Quienes pretenden convertir
la gloria, el valor, el heroísmo y tantos otros elementos, en mentiras,
falacias y hasta extinción.
Pretenden negar a esos jóvenes
consumidores de internet, preocupados - o quizá ni siquiera - por las altas
tasas de pobreza, desempleo, desarraigo, identidad, desestructuración… (informe
juventud 2016) un lugar al que agarrarse que no sea de mentira. Una experiencia
vital que les devuelva la esperanza de que no todo son pies de barro.
Hubo otras generaciones que consumieron
sus vidas a borbotones, a toda prisa, por el deseo y la ilusión de crear y
crecer en una España mejor. En tan solo 6 o 7 años se habían gastado el saldo
vital, pero regaron la tierra de semillas que quedaron enterradas.
Algunas brotaron fuertes y vigorosas.
Otras aún están por hacerlo. Pero solo hay una forma de lograrlo: Regar.
Y regar es lo que vamos a hacer hoy con
nuestros invitados. Que nos llamen locos. Esa es la obligación de nuestros
cronistas. Nuestros jóvenes, a construir. Nosotros a difundirlo. Nuestros
cronistas, a contarlo profusamente. Con detalle. Para que perdure en el tiempo
y sepamos siempre a dónde volvernos a mirar. Sin renuncias, sin
tergiversaciones, sin confusión.
Les ha hablado Martín Ynestrillas y esto
es Somos Libro (Radio Ya, Editorial al programa de 8 de enero de 2019. 15:30 horas)
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