Editorial y programa nº 61: Genio de España con los padres de Sandra Palo



Editorial al programa 61: La necesaria Reforma de la Ley del Menor

Tras el paréntesis necesario para participar en el festín de las elecciones, con tan poca ilusión como esperanza en el Sistema, volvemos de nuevo a colocarnos ante nuestros habituales espectadores y también - hemos de señalarlo - ante los espectadores de Hispanoamérica que cada martes y durante toda la semana repetirán para sus oyentes nuestra programación, a través de Radio Hispanoamérica, de la Agencia Nacional de Noticias Hispanoamérica, con sedes en Barcelona y Montevideo, en Uruguay.
Pero como quiera que a pesar del período transcurrido, persiste la prisión de Pero Varela, persiste también, como no puede ser de otro modo, nuestro compromiso de exigir su inmediata puesta en libertad, el archivo de las causas de los llamados “libreros” y la devolución, cuanto antes, de sus derechos elementales a la libre difusión de ideas, a la libertad de expresión, a la libertad de publicación y, en definitiva a la Libertad con mayúsculas.
Siempre se trata de eso, al fin y al cabo. Es nuestro sino hacer programas en los que reivindiquemos que los derechos fundamentales sean protegidos convenientemente, que los crímenes sean castigados con arreglo al mal que causan y a las posibilidades reales de rehabilitación – no las teóricas, sino las reales – y que la seguridad jurídica, la justicia, la libertad, y tantos otros grandes vocablos sean de verdad eso, y no meros ladrillos que lanzarse unos a otros a conveniencia.
El próximo día 9, más o menos, saldrán a la calle los conocidos como “Ramón” y “Ramoncín”, que no son otros que Ramón Santiago Jiménez y Ramón Manzano, dos de los menores que, junto al “Rafita” – ese delincuente juvenil que lleva un año en libertad y ha sido detenido y vuelto a liberar 10 veces más – asesinaron a la joven de 22 años, Sandra Palo, tras cometer todo tipo de crímenes que están en la mente de todos y que no requieren más análisis, sino, antes al contrario, todo el respeto y el pudor para su familia.
La razón no es otra que el hecho de ser menores. Ser menores, y tener en España una legislación relativamente moderna – año 2000 – pero “políticamente correcta”, que declara en el preámbulo de la ley que lo regula, que los menores de 14 años son irresponsables y, sobre todo, inimputables, porque – dice el texto – “las infracciones cometidas por los niños de esta edad son en general irrelevantes y en los escasos supuestos de alarma social son respondidos por los ámbitos asistenciales y familiares sin intervención judicial”.
Cuando asombrados leemos este texto, vienen a nuestra memoria algunos de esos casos irrelevantes y de fácil solución familiar, como el caso de la todavía desaparecida Marta del Castillo, y “el cuco”, del que hemos sabido recientemente,  el caso del “nano” y sus pedradas asesinas, el de Antonio Molina, asesinando a su pequeña hermana de 6 años por celos, la violación de Antonio Cornejo y Antonio Aguilar sobre su pequeño compañero de 11 años, el de José Rabadán, el asesino de la espada Samurai, el de Iria y Raquel, asesinando a clara con 18 machetazos, como “experiencia y para ser famosas”, el del pobre repartidor de bocadillos, Enrique Ruiz, a quien tres chicas menores en Ceuta segaron el cuello con un cable colocado de lado a lado de la carretera, para vengarse del novio de una de ellas, que había roto, el de Mª Dolores de 14 años, degollada por su compañero de la ESO, por haber grabado un beso entre ambos con un móvil, y muchos otros casos, menos conocidos, pero igualmente sangrantes, por cuanto al dolor de las familias, a la herida de las vejaciones vistas o imaginadas, hay que añadir la impunidad de quien no es procesable, siquiera; de quien cuando finalmente lo es, apenas cumple un par de años en una especie de internado colegial; que regresa sin pudor al lugar de origen donde viven las familias de las víctimas sin lograr, al menos, que sus antecedentes queden registrados en algún lugar, para advertencia futura y análisis posterior.
Algo está enfermo en nuestra sociedad si los menores de 14 años se saben impunes y cometen estas tropelías, sin que nada hagamos por evitarlo; si los menores de 16 a 18 no son condenados con arreglo a la barbaridad cometida – así lo excluye expresamente el Código – si las niñas y niños de esas mismas edades pueden mantener relaciones sexuales con todo tipo de información oficial, o ir a abortar sin permiso de nadie, pero son poco o nada responsables si de lo que se trata es de apuñalar con saña a otro ser humano, como si de un saco de patatas se tratase.
Es la cultura de la muerte en la que nos hemos instalado legalmente. La que pone todas las facilidades para matar en el vientre o fuera de él, pero se mantiene incapaz frente a los asesinos, lo mismo en los quirófanos aborteros, en las bombas lapa de los etarras, en las manos miserables de los asesinos de la violencia doméstica o en las pequeñas, pero desalmadas manos y ojos de los asesinos menores de edad.
Y cuando la democracia real - esa que pide a gritos las modificaciones necesarias, con un millón doscientas mil firmas de españoles indignados – quiere aparecer y forzar lo que es de lógica aplastante, resulta que esas iniciativas están blindadas al poder establecido, a los partidos políticos y a iniciativas que nunca – óiganlo bien - nunca, pueden salir del pueblo.
Como toda concesión, el Partido Popular incluyó la capacidad de personación de la víctima en la causa seguida contra sus agresores. ¡Como lo oyen! ¡Antes ni siquiera podían!
Urge cambiar las cosas. Urge cambiar las leyes y las formas de enfrentarnos a las tomas de decisión por parte del pueblo. Urge analizar los recovecos de la ley y ajustarlos a la realidad, porque lo cierto es que lo que hay no sirve.
Quizá la indignación que, por otras causas, hemos vivido intensamente estos días, relacionadas, entre otras cosas con la capacidad del ciudadano de influir en la sociedad que le rodea y con el hecho de participar en la toma de decisiones más allá de la papeleta depositada en una urna cada cuatro años sea una buena ocasión para reflexionar.
Hoy hablaremos de todo ello. De la necesaria reforma de la Ley del Menor, de las elecciones Municipales, del movimiento 15 de mayo, de los desalojos de Barcelona....
Acomódense y escúchennos
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