El voto eufemístico


Hay, en estos días, quienes me están pidiendo una orientación de voto de cara a las próximas elecciones municipales. Agradezco la confianza. Es lógico, yo también querría que alguien me ayudara a dilucidar mi propio voto – si es que se produce – en estos comicios.
Y digo que es lógico porque, una vez más – ya lo he dicho con frecuencia – hemos contribuido a la ceremonia de la confusión, al festín de los supuestos demócratas mayoritarios, para dar color a un proceso que es en blanco y negro se mire por donde se mire.
Nosotros, sí, las autodenominadas fuerzas patrióticas, o nacionales, o del área, o azules, o no sé qué otra colección de eufemismos disponibles, demostramos, una vez más, que no hay manera de presentar una cara seria ante un electorado cada vez más escéptico con las opciones habituales, pero todavía aún más con la amalgama de siglas alternativas; y somos los culpables directos de la duda, la desorientación y el descrédito.
Quienes me preguntan saben que milito en la Falange, y que ésta presenta candidatura en unos cuantos sitios; entre otras, la única de carácter marcadamente falangista a la Comunidad de Madrid, de manera que, aunque no sea más que por disciplina y coherencia, tengo que recomendar las candidaturas propias.
Sé que presentamos en León, en Cartagena, en Ceuta y Melilla, en Pozuelo de Alarcón... en varios pueblos de la comunidad de Madrid y de Murcia... Y también que apoyamos otras que, sin ser presentadas por organizaciones políticas falangistas, sí cuentan con miembros destacados de la organización o de la fe política, e incluso proponen un plan municipal acorde con nuestros valores y principios; es el caso de la candidatura de Carlos Zarco en el Escorial o la del Partido Independiente de Becerril de la Sierra. Vaya mi respeto especialmente para estas últimas, porque claramente pretenden tener un papel relevante en los consistorios, que ya me gustaría tuvieran las organizaciones del eufemismo a nivel nacional – con carácter general - y bajo sus propias siglas.
Pero créanme todos que lo hago con una resignación y una falta de fe, de dimensiones ciclópeas. No nos hemos presentado para ganar, ni para obtener concejalías; no contamos con oportunidad alguna y no creo que seamos capaces siquiera de aunar el voto falangista disperso, aprovechando la unicidad de candidaturas, en algunos casos. Nuestra diáspora está demasiado enferma para esto.
Son demasiados los estacazos – virtuales y reales – que nos hemos dado las organizaciones y miembros “del eufemismo” como para aspirar a un borrón y cuenta nueva, a un apoyo ideológico o técnico, por encima de diferencias históricas – personales, fundamentalmente – repentino y sin previo acuerdo.
Por otro lado, la gente normal, la que espera alternativas reales a la podredumbre de las alternativas del Sistema – léase PP-PSOE – ni siquiera sabe que existimos y si lo sabe, no nos considera opción válida y se debatirá entre quedarse en casa  – que podría ser una opción si no fuera porque éstas son, o deberían ser, unas elecciones de proximidad en las que nuestras organizaciones, por definición y por principios, se dejaran la vida – y votar UPyD, el partido de Rosa Díez, o alguna opción análoga y, territorialmente, alternativa, como en el caso de Cataluña pueda ser la Plataforma.
Personalmente – no creo defraudar a mi organización con esto, porque lo he dicho antes, durante y lo seguiré diciendo después del  proceso electoral, dentro de los foros adecuados para ello – creo que nuestras organizaciones adolecen, con carácter general, de una falta de interés manifiesto por la participación política, en general, y por las urnas, a las que, sin embargo, prestan la debida pleitesía llegado cada proceso, presentando interminables listas inútiles, con candidatos repetidos allí donde la ley lo permite, por incapacidad o desinterés de presentar listas como Dios manda. Las más de las veces, los candidatos ni viven ni aspiran a participar en las circunscripciones por las que se presentan y, de lograrlo hipotéticamente, tendríamos un problema serio de dedicación. Hay excepciones estupendas, por supuesto, especialmente fuera de las grandes capitales, pero he dicho que hablo en términos generales.
Por otro lado, la falta de vocación política, de militancia activa de verdad es tal, que nuestras organizaciones no disponen de suficientes personas para configurar las complejas e injustas listas a que la ley obliga – ya saben las paritarias – de manera que si en determinado lugar, un enérgico y aguerrido grupo de mujeres luchadoras, pongamos por caso, quisiera plantar cara al Sistema y tuviera capacidad, ganas y  medios para ello, no podría hacerlo y tendría que elegir a un número prácticamente igual de hombres, aunque no sean tan aguerridos, ni tan políticamente perfectos como ellas, para cumplir con la ley y poder presentar listas. Es más, tendrán que intercalar a la mitad de los candidatos varones, por muy cretinos que estos pudieran ser, para cumplir con la ley electoral.
Me viene a la memoria aquel pueblecito de la caravana de mujeres del pirineo aragonés, creo que era. Se llamaba Plan y tuvo que ingeniárselas para repoblar la zona de mujeres para garantizar la subsistencia, pero, de no haberlo conseguido o de no tener sus recién llegadas vocación política se habrían visto condenados a no tener ayuntamiento, con la actual ley electoral en la mano.
Repetimos con frecuencia dos axiomas que son verdad:
·         Nosotros no creemos en este Sistema, estamos fuera de él; no nos sirve y no alcanzaremos nada en su interior. Y con ser cierto, resulta que al final no desaprovechamos ni una sola oportunidad de estar dentro de él, de jugar con sus normas, de intentar - mal, tarde y poco - alcanzar éxitos y, una vez que no los logramos, nos volvemos a repetir la frase inicial para auto convencernos de que la causa es que residimos fuera.
·         El nacionalsindicalismo es un sistema total que no puede ser implantado parcialmente para ser llevado a término. También es cierto. Pero una y otra frases tienen una derivada que yo no voy a repetir aquí, porque puede resultar ilegal. Lo que seguro que no sirve, en todo caso, es llenarse la boca con la alternativa total, mientras, incapaces, esperamos sin hacer nada o jugando a demócratas al uso, pero sin interés ni intención reales; sólo como justificación de una militancia política de cara al balance de fin de año.
Es compleja la orientación que se me pide. En realidad, creo que mientras generamos una organización fuerte y militante de una vez por todas – lo cual no creo que ocurra en muchas generaciones – capaz de llevar a término un Sistema Total, revolucionario y verdaderamente nacionalsindicalista, nuestro trabajo está a pie de calle; precisamente en los ayuntamientos, en los comités de empresa, en los claustros escolares y hasta en las asociaciones vecinales, las APA (ahora AMPA, por aquello de lo políticamente correcto), los colectivos verdes, ecologistas y deportivos, etc. etc.
Pero no como una medida de solapamiento, disimulo o metástasis - que genera siempre desconfianza en quienes nos rodean y terminan viendo intenciones ocultas en la falta de transparencia – sino con voluntad firme de llevar adelante nuestro mensaje parcial, sí, pero claro y contundente.
Lo he dicho antes: olvidemos el asalto al poder porque no se producirá de manera espontánea. Empecemos la Conquista del Estado por sus estructuras actuales pero con nuestro mensaje abierto y tendido, como nuestras palmas.
Y hagámoslo todo el año, todo el tiempo, en nuestra vida cotidiana.
¿A qué sindicatos están afiliados nuestros camaradas del diverso eufemismo? La mayoría a ninguno. ¿Qué forma de participación y trabajo ha elegido cada uno? La mayoría ninguno. ¿Cuáles son las aspiraciones inmediatas, a medio y largo plazo de nuestras respectivas organizaciones? Eso es lo que hay que responderse. Pero si las respuestas van en la línea de lo qua apunto ¿Por qué nuestros vecinos o nuestros compañeros van a votar nuestras listas para hacernos concejales o representantes sindicales?
Pensemos en esto fríamente cuando votemos en las elecciones del domingo, pero sobre todo, pensemos en esto tras las elecciones del domingo. Tendremos todo un año para elaborar nuestras propuestas e intenciones de verdad, antes de las Generales y cuatro, antes de las próximas Municipales. Y eso es lo que debe importarnos. Pensemos que nuestra campaña electoral empieza el 23 de mayo.
Por lo demás, elegid aquella formación eufemísticamente nuestra, allá donde exista, y dadle una oportunidad. Me da igual cual. El sistema no va a echar de menos vuestros votos. El PP y el PSOE no requieren del voto sociológicamente nuestro para seguir gobernando alternativamente entre corruptelas y prevaricaciones. Nosotros sí. La Falange, y el resto del eufemismo, sí necesita ese pequeño impulso para que sus militantes se crean – nos creamos – que podemos hacer el esfuerzo durante cuatro años más. Aunque sólo sirviera para contar efectivos disponibles.
Yo votaré a La Falange en la Comunidad de Madrid y a cualquiera menos a los caciques del PP y del PSOE y sus acólitos de IU en Villanueva de la Cañada, donde vivo.
Desgraciadamente no hicimos los deberes los eufemísticos y La Falange y yo no hemos querido hacer el paripé, así que no hay candidatura eufemística en mi pueblo. UPyD sí los ha hecho y sí tiene candidatura, y mi debate interior está ahora en contribuir a dinamitar el poder de los corruptos de siempre, con cualquier aliado circunstancial (UPyD puede serlo) tapándome la nariz, o ser fiel a mis principios y convicciones íntimas e ideológicas y no votar a una organización que lleva en sus postulados cuestiones turbias aparcadas deliberadamente, como lo son el aborto, la Educación para la Ciudadanía, o la eutanasia, entre otras.
Y el debate interior está en que no es eso lo que se vota ahora, sino el desalojo o debilitación, en las instituciones locales, de los corruptos oficiales actuales y casi perpetuos. Lo demás ahora, que sabemos que ni pueden ni quieren influir en esas cuestiones, es intrascendente en este momento. No lo es quedarse en casa, porque ello contribuirá a afianzar al corrupto mayoritario actual, fuere cual fuere, y todos están muy lejos de ser aceptables en las mismas materias en que ponemos falta a UPyD, por ejemplo.
Votad pues, eufemismo, con un claro mensaje a nuestros dirigentes: somos todos estos y queremos influir en la vida pública española la próxima vez.
Votad a La Falange, allá donde se presente, para que ese mensaje quede clavado en todos nosotros – sus militantes y actores principales - como un mandato y suponga un compromiso con el patriotismo nacional español por parte de la organización de ineludible cumplimiento.
Votad a las organizaciones falangistas o compuestas por falangistas, allá donde su mensaje sea claro, como Carlos Zarco en El Escorial o el Partido Independiente de Becerril de la Sierra.
Votad a las demás Falanges, al Frente Nacional o a cualquier otra organización falangista allá donde no estemos nosotros y ellos sí, a modo de censo, de apoyo futuro, de mandato a nuestros líderes.
Votad cualquier organización eufemísticamente nuestra cuando ninguna de las anteriores esté presente, con tal de debilitar a los corruptos, de disminuir su poder real y tratar de medir el nuestro, ya se llamen AES, MSR, AN, o cualquier otra que se me olvide o desconozca, de las que no nos cuesta demasiado trabajo identificar como próximas.
Votad a los aliados circunstanciales cuando todo lo anterior no sea posible por falta de alternativas y ello contribuya al mismo fin, a acabar con el monopolio del poder local por parte de quienes entienden la política como una profesión lucrativa y libre de normas e impuestos.
Votad incluso en blanco, si el asco no os permite votar otra cosa, pero sobre todo no dejéis de votar, para evidenciar ese asco y complicarles la vida a los corruptos profesionales.
Y si este orden no te sirve, no lo compartes, no te entusiasma, como a veces me ocurre a mí mismo, haz lo que te venga en gana, pero sobre todo no caigas en la trampa. No votes PP, No votes PSOE, no votes IU y, no tengo que decírtelo, no votes separatista, por muy moderados que te los vendan.
Es todo cuanto puedo decirte. Y espero haber ayudado.
Wikio

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