Idea de la Hispanidad

Me llamaron la atención dos cosas, mientras hojeaba libros en un comercio del ramo: que su título es, en estos días que corren, políticamente incorrecto y que la editorial que lo publica, nacida hace poco más de tres años, goza de cierto prestigio en mis preferencias personales, pues no en vano se me dió a conocer cuando tan sólo llevaba publicados cuatro libros y ya contaba entre sus obras con la también políticamente incorrecta "Defensa de la Hispanidad", de Ramiro de Maeztu, hoy totalmente agotada. Después vinieron otros textos sensacionales como "Embajador en el infierno", de Torcuato Luca de Tena, que narraba el épico calvario sufrido por el Divisionario Capitán Palacios, relacionado con el cual otro día podré contar una anécdota sorprendente; después Chesterton, Belloc, Guareschi... Menéndez Pelayo, Don Marcelino, con su inolvidable "Historia de los heterodoxos españoles", y muchos otros autores y textos dignos de ocupar un espacio privilegiado en cualquier biblioteca. Así pues, detenerme en Manuel García Morente con un título de la editorial llamado "Idea de la Hispanidad", era punto menos que inevitable.
Se trata de un opúsculo - realmente un conjunto de conferencias dictadas en un periplo, al final de sus días por tierras hispanas de Argentina y Uruguay - que recogen algunos de los elementos más importantes de su trasnformación ideológica y de su conversión de fe. Y es que Manuel García Morente, contemporáneo y condiscípulo de Ortega y Gasset, miembro activo de la Institución Libre de Enseñanza, librepensador e intelectual de enorme capacidad, hombre de reconocido prestigio y probablemente uno de los filósofos más importantes de la primera mitad del pasado siglo, al decir de autores como Millán Puelles o Julían Marías, empezó su carrera como un agnóstico convencido, rodeado de masones, socialistas y republicanos y acabo convertido al catolicisno, y profesando como sacerdote en la España de la inmediata postguerra.

Contemporáneo de Unamuno, Giner de los Ríos, Azaña, Juan Ramón Jiménez, Ramón y Cajal, Antonio Machado, Pérez de Ayala, Jiménez de Asua, Fernando de los Ríos, Severo Ochoa, Juan Negrín, Julián Besteiro, Sánchez Albornoz..., tenía todas la papeletas para acabar en una logia, como la inmensa mayoría de los mencionados, y con pensamientos más próximos al socialismo materialista histórico que al cristianismo militante e intelectual. Traductor y devoto, entre otros, de Carlyle, Nietzsche, Emerson, Guyau, Cassirer y sobre todo Immanuel Kant, Bergson, Husserl, Scheler y finalmente Krause a lo largo de su corta vida, pasó por todas las concepciones y explicaciones posibles acerca de la naturaleza del hombre, hasta recalar en el "tomismo" y en su definitiva conversión.

El libro tiene tres partes bien diferenciadas, cada una de ellas de un autor y con un contenido especialemente sabroso, pues en el primer tramo de la obra, el profesor Eudaldo Forment relata los antecedentes de todos cuantos, en época muy reciente, por cierto, se atrevieron a definir la hispanidad como algo más que algo relativo a lo hispano, que es lo que ha rezado el diccionario hasta hace muy poco tiempo, comenzando por Zacarías de Vizcarra y por el ya mencionado Maeztu y continuando por Jaume Balmes o Marcelino Menéndez Pelayo hasta llegar al propio Morente. Especialmente saludable, de esta parte del volumen, el denominado "Brindis del Retiro", del entonces jovencísimo Ménendez Pelayo, dedicado a la hispanidad, la tradición, la nación, el municipio, el antiliberalismo doctrinario y la fraternidad hispánica, en alusión a Portugal. No tiene desperdicio.

La segunda parte, puramente biográfica, se hace un poco más pesada de leer, pues D. José María Montiú se recrea en el minucioso análisis de todas y cada una de las influencias filosóficas que afectaron a la definitiva formación intelectual y moral de Morente, pero con todo, el recorrido por los persojanes de la época y las distintas adscripciones de cada uno de ellos, en torno a la Institución Libre de Enseñanaza, el krausismo y la masonería, no dejaran a nadie indiferente.

Y en última instancia el propio Morente y sus conferencias. Impresionante su definición del Estilo hispano y del Caballero Español o Caballero Cristiano. Sencillamente imprescindible.

Comentarios

Ángel de la Cruz ha dicho que…
http://lascrucesdelasespadas.blogspot.com/

Te invito al blog que acabo de crear. Católico militante, combativo, hispánico. Por la Cruz y la Patria.

¡ESPAÑA!
Anónimo ha dicho que…
Deberías escribir ojear sin H
Martín Ynestrillas ha dicho que…
Gracias, anónimo, por tu buena intención que presupongo, más no puedo seguir tu sugerencia, al menos que quiera decir otra cosa:

Diccionario de la RAE: hojear.

1. tr. Mover o pasar ligeramente las hojas de un libro o de un cuaderno.

2. tr. Pasar las hojas de un libro, leyendo deprisa algunos pasajes.


Sólo en su cuarta acepción podría servir tu "ojear": Mirar superficialmente un texto., pero su significado está pensado mucho mñás para todo lo referente a los ojos y no a las hojas, que es a lo que me refiero yo.

Gracias, de todos modos, pues nunca sabes dónde se te va a escapar un gazapo.
Anónimo ha dicho que…
Felicidades, Martín. Y un abrazo.
Siempre adelante

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